bablemos

viernes, 30 de junio de 2017

Arcano 22


https://www.youtube.com/watch?v=deX-Fcztxq8

Recorre el bufón desde la eternidad
los pasillos interminables del laberinto.
No tiene meta ni plan. 
No conoce su destino. 
Camina con el viento.
Él es el sendero fuera de la edad, 
que discurre en y hacia sí mismo.
El Loco es el arcano del tarot que más difícil de entender es. Una primera mirada nos devuelve una impresión desfavorable, portando ese nombre, y representado por esa figura tan descuidada y, al parecer, tan perdida. Sin embargo, en cuanto tenemos en cuenta que su posición en la rueda es tan privilegiada, al ocupar un lugar trascendente (el vigésimo segundo o el cero), un lugar que queda más allá, como fuera del ciclo, nuestro juicio se complica. El Loco derivó en el joker, el comodín, en la archiconocida baraja inglesa, y ahí tenemos otra vez reproducida la enojosa ambigüedad de sus rasgos: es una carta al margen de todas las demás, que vale lo que se quiera. Siendo un bufón, puede suplantar a reyes, reinas y ases. Entonces, ¿de dónde proceden esos “súper poderes”, tratándose solo de un pobre payaso?
Empecemos por el principio, y analicemos el símbolo (solo los principales rasgos). Normalmente nos lo encontramos representado por un joven, nunca un hombre maduro o viejo, que tiene una mirada romántica e inocente (ingenua si se quiere), tendida hacia el cielo. Nos informamos así que tiene “la cabeza en las nubes”, y empezamos a entender por qué le llaman loco, o tonto. Ante él a veces se abre un precipicio, al que se acerca peligrosamente, por culpa de su insensatez. Lleva un atillo al hombro, lo que nos dice de golpe dos cosas: que es un trotamundos, que ha renunciado al hogar, y que sus pertenencias materiales son muy escasas. Un perro trata de morderle las nalgas o la pantorrilla, lo que, a mi entender, significa el desprecio y el rechazo que recibe de los demás, las críticas y las burlas de toda esa comunidad, ese vecindario, que va dejando atrás, y al que pertenece y representa ese animal doméstico que quiere herirle para ahuyentarlo. Encaja aquí como anillo al dedo aquella archifamosa frase, erróneamente atribuida a ese egregio loco que es don Quijote, que reza: “Deja que los perros ladren, Sancho. Es señal de que cabalgamos”.
Hasta aquí, no un análisis, sino una mera descripción. Hasta aquí, nada que nos resulte realmente provechoso, y seguimos de seguro predispuestos a valorar a este personaje poco mejor de como lo hace el perro. Pero cambiemos un poco la perspectiva, acerquémonos al modo que tiene el alma, lo inconsciente, de valorar las cosas, y en vez de atolondramiento veremos entusiasmo unido a idealismo, cualidades que son las claves de la intensidad vital y que mantienen joven al alma. Entendemos así, de un modo más positivo, el por qué de la edad que representa el personaje: quien mantiene intacto su fervor, se sentirá siempre renovado, y mirará al mundo con los ojos ávidos de un niño. Ser soñadores no está bien visto por el sentido común, pero quien no sueña por sí mismo está obligado a vivir según los sueños de otro, pues todo lo que vemos creado a nuestro alrededor por los hombres nació del sueño de alguno. Los cuerdos sanchos lo único que hacen es saber adaptarse muy bien a los requerimientos de las empresas que sueñan los quijotes. Son piezas secundarias y subordinadas en los engranajes de la cultura y de la vida.
La naturaleza es una fuente inagotable de creación, de ahí los millones y millones de especies animales y vegetales que pueblan este planeta. La naturaleza es una entusiasta soñadora; una niña traviesa. La naturaleza en nosotros siempre va a valorar más nuestro lado creativo y revolucionario que el acomodaticio y rutinario. Y ya empezamos a entender por qué el tarot mima al Loco, ya que el tarot no es otra cosa que la forma en que un soñador plasmó lo que vio en la profundidad de nuestra naturaleza, y en la profundidad de la naturaleza del mundo.
El Loco atesora ideas, inspiraciones, tiende a lo alto, y por eso descuida lo terrenal, lo bajo. Podemos decir que es un personaje espiritual, que se debe a ese plano. Siente lo espiritual como supraordinado a lo tangible, y por eso, y no sólo por insensatez, camina sin demasiado cuidado por el mundo. Es temerario y se acerca a precipicios porque en el fondo se siente protegido por fuerzas invisibles. De hecho, él es el que tiene aquella famosa “suerte del principiante”, y hace suya la frase “la fortuna favorece a los audaces”. Todos estos rasgos son propios de una personalidad cargada de intuición, de esa forma, digamos, extrasensorial de aprehender el mundo. Además, la intuición, si se extrovierte, provoca un irrefrenable deseo de aventuras, de viajes, pues es una función que siempre anhela lo que está más allá, lo que se esconde más allá de todos los horizontes, psíquicos y físicos, y así tenemos explicado el por qué de la manía vagabunda de este arcano. Sin el Loco latiendo en el corazón, no hay sed de aventuras arriesgadas, no hay capacidad para oponerse a lo convencional y lo sensato siguiendo solo el consejo que nace del interior del propio corazón. Aunque se tenga que hacer a solas.
El valor fundamental del Loco consiste en ser la materia prima de la cual está hecho el verdadero héroe. Sin este arcano constelado, viviente, no hay viaje del héroe, no hay odisea por el ciclo del tarot, no hay individuación. Todos los demás arcanos dependen de este “sine qua non”, así que ahora es fácil comprender por qué es el arcano cero, el alfa y el omega del tarot. La clave del proceso auténtico de desarrollo vital. El Loco es la actitud necesaria para permitir que el propio destino se encarne y se realice. Esto es algo que está más allá de todo lo que somos capaces de imaginar y planear, por eso el Loco es también portador de la necesaria cualidad de la modestia. Hace lo que cree que tiene que hacer, pero no sabe nunca si por ello va a obtener de la vida algo más que mordiscos y pedradas. El alimento principal de la intuición es el desarrollo interior, el logro espiritual, la gnosis. Todo lo demás es entendido como añadidura.
Gracias a esta actitud (que, por otro lado, no puede aprenderse ni impostarse), y, claro, Dios mediante, cada cual alcanza lo más alto que vino a conseguir en la vida, aunque no tuviera ninguna idea previa de que eso iba a ser así: el tonto Parsifal encuentra el Grial y se sienta en un trono, el ingenuo Frodo salva al mundo y se retira a un lugar ideal, el campesino Skywalker se entera de que su padre es el mismísimo Saturno… Por esto, por ser la base y la semilla de todo logro ulterior, en la baraja se representa como comodín: una energía primordial que faculta convertirse en cualquier cosa, según el destino prefijado de quien impulse.
El lector junguiano hace rato se habrá dado cuenta que el arquetipo del Puer Eterno es indistinguible de este. Ambos afectados, claro, del mismo problema de valoración. Espero que estas nociones sobre este arcano sirvan para seguir aclarando aún un poco más la polémica abierta sobre aquel.

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