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sábado, 9 de marzo de 2019

El bodhisatva y la bodhichita

El bodhichita es como el reflejo de la luna
Los escritores mahayana nos proporcionan su muy socorrida pero hermosa ilustración de la luna. El bodhichita se refleja en gente diferente (surge en diferentes personas) de la misma manera que la luna se refleja en diversas superficies de agua. Hay muchos reflejos pero sólo una luna. De igual modo, hay muchas manifestaciones pero tan solo un bodhichita. A pesar de que la palabra “reflejo” es un término estático, no debemos pensar en el bodhichita como algo estático. Lo que se conoce en el mahayana como el “bodhichita absoluto” (el que está más allá del tiempo y el espacio) es idéntico a la realidad misma. Al ser idéntico a la realidad, el bodhichita absoluto se encuentra más allá del cambio o, mejor dicho, trasciende la diferencia entre el cambio y el no-cambio, pero esto no se aplica a la concepción tradicional del “bodhichita relativo”. Éste, se puede decir, es una fuerza activa en funcionamiento. Es por eso que resulta preferible traducirlo como la “voluntad hacia la iluminación” (recordando que estamos hablando del bodhichita relativo, en contraste con el absoluto).
Como un espíritu que nos conduce
Esta voluntad hacia la iluminación, no obstante, no es el acto de la voluntad de ningún individuo. El bodhichita no es algo que “yo quiero”. De la misma manera que no es mi pensamiento, tampoco es mi voluntad. El bodhichita no es un acto de la voluntad de nadie ni del pensamiento de nadie. Podemos pensar en el bodhichita como un tipo de “voluntad cósmica” (la palabra “voluntad” no es la más afortunada pero no tenemos una mejor). Podemos pensar que el bodhichita es como una especie de voluntad cósmica en funcionamiento en el universo, en la dirección de lo que sólo podemos considerar la redención universal; la liberación, la iluminación (en un sentido esencial) de todos los seres sensibles. Podemos, incluso, pensar que el bodhichita es como una especie de “espíritu de la iluminación” inmanente en el mundo y conduciendo a los individuos hacia niveles cada vez más superiores de perfección espiritual.
Cómo surge el bodhichita
Queda claro, así, que los individuos no poseen al bodhichita. Si alguien “lo posee”, entonces lo que tiene no es el bodhichita, sino algo diferente. Quizás un pensamiento o una idea. El bodhichita cósmico, no individual, trascendental, nos supera. Los individuos no poseen al bodhichita.
Aquellos en los que el bodhichita “toma posesión” (en los que ha surgido el bodhichita) se convierten en bodhisatvas. Éstos viven por la iluminación y se esfuerzan por lograr los potenciales más elevados que contiene el universo para el beneficio de todos. Se dice que el bodhichita surge como resultado de la coalición entre dos tendencias de la experiencia, que generalmente se consideran contradictorias. En la experiencia ordinaria son, de hecho, contradictorias, en tanto que no podemos seguir ambas al mismo tiempo. Podemos describir a las dos como la tendencia a retraerse y a involucrarse.
La tendencia a la retracción
La primera tendencia representa el movimiento de la retracción total de las cosas mundanas, que es la renuncia en el sentido extremo. Nos retraemos del mundo, de las actividades mundanas, de los pensamientos mundanos, de las asociaciones mundanas. Este movimiento de retracción se dice que se fortalece por una práctica en particular, que se llama “reflexión sobre los defectos de la existencia condicionada”. Reflexionamos que la existencia condicionada, la vida dentro de la rueda de la existencia, es muy poco satisfactoria, que de hecho es profundamente insatisfactoria. Esto implica todo tipo de experiencias que tienen una naturaleza desagradable: las cosas que queremos pero que no podemos tener, las personas que nos agradan y de las que tenemos que estar separados, las cosas que no queremos hacer y que tenemos que hacer. Asimismo, incluye la penosa necesidad de trabajar para ganarse la vida, así como de tener que cuidar el cuerpo físico, alimentarlo, llevarlo al doctor cuando se enferma y cuidar a la familia (esposo, esposa, hijos, parientes). A veces sentimos que es demasiado y que nos queremos alejar de todo esto. Experimentamos el deseo de escapar de la rueda de la existencia hacia el nirvana, hacia un estado donde no encontremos ninguna de estas cosas. Deseamos alejarnos de todas las fluctuaciones y vicisitudes de esta vida mundana e ir hacia la paz y el descanso eternos.
La tendencia a involucrarse
La segunda tendencia representa nuestra preocupación por los seres vivos. Pensamos: “Sí, me gustaría fugarme. Eso me parecería bien pero, ¿qué va a pasar con los demás? Hay algunos que no pueden sostenerse ni siquiera como yo me sostengo. Si les abandono ¿cómo saldrán adelante? Esta tendencia se ve ayudada por la “reflexión sobre el sufrimiento de los seres sensibles”. En la tendencia a la retracción reflexionamos sobre los defectos de la existencia condicionada, tan sólo en la medida en que nos afectan, pero aquí, además, reflexionamos sobre cómo afectan a los otros seres vivos.
Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor, a la gente que conocemos, amigos y parientes y reflexionar sobre sus problemas. Puede que alguien haya perdido su trabajo y no sepa qué hacer. Puede ser que se haya desbaratado su matrimonio, que haya sufrido un ataque de nervios o que haya perdido a algún familiar. Si reflexionamos, nos damos cuenta que no hay una sola persona que conozcamos que no se encuentre sufriendo de una manera u otra. Incluso cuando son felices (en un sentido ordinario), éstas son algunas de las cosas a las que tienen que enfrentarse y que deben aguantar: la separación, la enfermedad, la debilidad, el cansancio de la vejez y, al final, la muerte, que ciertamente no esperan con ilusión.
Hay todo un mundo de sufrimiento
Si ampliamos el horizonte de nuestra mirada, podemos reflexionar sobre la cantidad de sufrimiento que hay en las diferentes partes del mundo. Hay guerras, catástrofes de varios tipos, como las inundaciones y las sequías. La gente algunas veces muere de forma horrible. Basta pensar en la Segunda Guerra Mundial, cuando mucha gente murió en campos de concentración. Si llevamos nuestra mirada más lejos aun y pensamos en la manera en que sufren los animales, no sólo a causa de otros animales sino también del hombre, entonces podremos ver cómo todo un mundo de seres vivos participa del sufrimiento.
Cuando reflexionamos así sobre el sufrimiento de los seres sensibles pensamos: ¿Cómo puedo preocuparme solamente en salir de todo esto e irme hacia un nirvana privado, que podría ser bastante satisfactorio para mí en lo personal, pero que no ayudaría a todos estos seres?
Escapar o involucrarse, ésa es la pregunta
Al pensar de esa manera experimentamos una especie de conflicto (si nuestra naturaleza es suficientemente grande como para abarcar las posibilidades del conflicto). Por una parte queremos salimos. Por la otra, queremos permanecer allí. La tendencia a la retracción está allí, igual que la tendencia a involucrarnos. Escoger cualquier alternativa resulta fácil. Es fácil retraernos y caer en un individualismo espiritual y es fácil permanecer y participar en una forma mundana. Mucha gente, de hecho, toma la solución fácil. Algunos escogen salirse, otros permanecer. Algunos se salen para caer en un individualismo espiritual; una experiencia espiritual privada. Otros permanecen en el mundo pero en términos puramente seculares, sin una perspectiva espiritual.
Lo que tratamos de explicar aquí es que, a pesar de ser contradictorias, ambas tendencias deben desarrollarse en la vida espiritual. Podemos decir que la tendencia a la retracción representa el aspecto de la sabiduría (prajña) de la vida espiritual y la tendencia a involucrarse representa el aspecto de la compasión (karuna) y ambos tienen que desarrollarse. Ese desarrollo unido debe apoyarse en lo que se conoce como “contemplación del Buda”. Tenemos presente constantemente el ideal de la iluminación perfecta e incomparable; la iluminación por el beneficio de todos los seres sensibles, como se ejemplifica de la manera más perfecta a través de Gotama Buda, el maestro humano e histórico.

Las tendencias se funden

Lo que hay que hacer es evitar que la tensión entre las dos tendencias se relaje. A pesar de ser contradictorias, tenemos que perseverar en ellas simultáneamente. Tenemos que salir y permanecer dentro, ver los defectos de la existencia condicionada al mismo tiempo que experimentamos los sufrimientos de los seres sensibles, desarrollando tanto la sabiduría como la compasión. A medida que seguimos ambas tendencias de un modo simultáneo crece la tensión (que no es una tensión psicológica, sino espiritual). Crece hasta un punto en el que ya no podemos seguir más.
Cuando alcanzamos este punto algo sucede. Es difícil de describir, pero podemos intentarlo provisionalmente con la imagen de una explosión. Esto quiere decir que como resultado de la tensión que se genera al seguir las dos tendencias contradictorias de manera simultánea ocurre una ruptura en una dimensión superior de conciencia espiritual, en donde ambas, la de la retracción y la de la participación, dejan de ser dos, no porque se hayan amalgamado artificialmente en una, sino debido a que el plano dual donde existían o en el que era posible que fueran dos ha sido transcendido.
Los cuatro grandes votos del bodhisatva son la expresión del bodhichita
Cuando hemos progresado a tal grado tenemos la sensación de estar simultáneamente retraídos e involucrados; “fuera de” y “dentro de” al mismo tiempo. La sabiduría y la compasión han dejado de ser una dualidad (podemos decir que son “una”, pero no en el sentido aritmético de “uno”). Cuando ocurre la explosión y por primera vez estamos, a la vez, retraídos y participando y notamos que la sabiduría y la compasión no son “dos cosas”, una junto a la otra, sino “una” cosa, entonces podemos decir que ha surgido el bodhichita. De acuerdo con la tradición budista, damos expresión a esta experiencia por medio de los “cuatro grandes votos” del bodhisatva. Primero, el bodhisatva promete liberar del sufrimiento a todos los seres (no sólo de las dificultades que tienen una naturaleza espiritual, sino también de las mundanas). En segundo lugar, hace el voto de destruir (dentro de su mente y, a través de su consejo, dentro de la mente de los demás seres) todos los obstáculos espirituales. En tercer término jura que aprenderá a dominar todos los dharmas, en todas sus formas y todos sus aspectos, para enseñar a otros. En cuarto lugar promete que ayudará de todas las maneras posibles a conducir a todos los seres rumbo a la perfecta e incomparable iluminación.
El Budismo: La enseñanza y su práctica, Sangarákshita

domingo, 30 de septiembre de 2018

cuento zen


cuento zen, Los dragones

Al rey Seko le gustaban mucho los dragones. Las paredes de su palacio estaban llenas de pinturas de dragones. Los suelos de su palacio lucían con mosaicos de dragones. En los salones de su palacio había dragones esculpidos en estatuas, en frisos.
Una mañana, al levantarse el rey Seko y abrir la ventana de su palacio, un gran dragón entró por ella y le mostró su rostro. El rey, completamente conmocionado, se desmayó.

Al rey Seko solo le gustaban las imitaciones de dragones.
Sólo le gustaba hablar de dragones.
Le daban miedo los auténticos dragones.

lunes, 28 de mayo de 2018